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Presión arterial alta: cómo afecta a la memoria y al cerebro

Salud / Salud / Investigación / Cerebro
Par Redacción,  publicado el 2 noviembre 2025s en 11h03 CET, modificado el 2 noviembre 2025 en 11h03 CET.
Salud

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Un reciente hallazgo científico revela una relación sorprendente entre la hipertensión no diagnosticada y el deterioro de la memoria, sugiriendo que la presión arterial elevada, aunque pase desapercibida, podría afectar negativamente las funciones cognitivas con el tiempo.

Tl;dr

  • Oscilaciones rápidas de presión afectan la salud cerebral.
  • Reducción en áreas clave del cerebro detectada en seniors.
  • Estabilidad cardíaca podría proteger la memoria envejecida.

Nuevas perspectivas sobre el riesgo vascular y el cerebro

En el ámbito de la neurociencia, durante años se ha insistido en que controlar la hipertensión era esencial para evitar el deterioro cognitivo. Sin embargo, una investigación reciente de la USC Leonard Davis School of Gerontology, divulgada en el Journal of Alzheimer’s Disease, cambia este enfoque tradicional al señalar la importancia de la denominada variabilidad dinámica de la presión arterial. Esta nueva mirada sugiere que no basta con mantener a raya los valores medios; es crucial también vigilar las fluctuaciones rápidas entre un latido y otro.

Cambios cerebrales asociados a inestabilidad arterial

El estudio observó a 105 personas mayores, sin enfermedades neurológicas diagnosticadas, empleando resonancias magnéticas e instrumentos digitales para monitorizar cada latido durante siete minutos. Los resultados resultan inquietantes: quienes mostraban tanto alta inestabilidad (ARV) como rigidez arterial (ASI) presentaban un volumen menor en dos regiones cerebrales esenciales para la memoria: el hipocampo y el cortex entorrinal. Sorprendentemente, estas alteraciones predominaban en el hemisferio izquierdo. Además, las analíticas sanguíneas reflejaron un aumento del marcador NfL (neurofilament light), reconocido indicador de daño neuronal.

Diversos indicadores para entender el fenómeno

Para esclarecer qué origina tales fluctuaciones, los expertos combinaron dos métricas clave:

  • ARV (Average Real Variability): cuantifica cuán abruptas son las variaciones sistólicas entre latidos.
  • ASI (Arterial Stiffness Index): valora si las arterias resisten o se adaptan a esos cambios de presión.

Según el profesor Daniel Nation, principal responsable del trabajo, «incluso si los promedios parecen correctos, los saltos bruscos ejercen una tensión silenciosa sobre el cerebro». Este comportamiento vascular puede anticipar microlesiones y acelerar procesos neurodegenerativos.

Mantener la estabilidad: posible vía preventiva

Todo apunta a que no solo importa reducir los picos hipertensivos, sino también minimizar las oscilaciones bruscas. El profesor adjunto Trevor Lohman subraya que “corazón y cerebro están íntimamente conectados”, por lo que asegurar una circulación estable podría proteger nuestras capacidades mentales al envejecer. Así pues, esta evidencia invita a revisar los criterios habituales de evaluación cardiovascular para detectar precozmente riesgos relacionados con enfermedades como el Alzheimer.

Le Récap
  • Tl;dr
  • Nuevas perspectivas sobre el riesgo vascular y el cerebro
  • Cambios cerebrales asociados a inestabilidad arterial
  • Diversos indicadores para entender el fenómeno
  • Mantener la estabilidad: posible vía preventiva
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