Niños muertos en los campamentos de combatientes argelinos en Francia rescatados del olvido
Acompañada por una empleada del cementerio de Perpiñán, Abessia Dargaid, 68 años, se detiene frente a dos pequeños montículos de tierra y estalla en lágrimas, posando la mano en la tumba improvisada de uno de sus hermanos recién nacidos muertos hace 57 años.
«¡Lo siento mucho!», murmura la empleada de este cementerio del sur de Francia sin poder consolarla.
Durante 57 años Abessia no supo donde habían sido enterrados sus hermanos gemelos Yahia y Abas, fallecidos en un campamento de combatientes argelinos profranceses.
El hallazgo de las tumbas fue posible gracias al trabajo de asociaciones, historiadores y familias que recientemente intensificaron sus esfuerzos, acompañados por el gobierno francés, para arrojar luz sobre uno de los capítulos más trágicos de la historia franco-argelina.
El campamento de Rivesaltes, al norte de la ciudad de Perpiñán y a 12 kilómetros del cementerio, albergaba a los efectivos argelinos – conocidos como harkis – que pelearon junto a Francia durante la guerra de independencia de su país de 1954 a 1962.
Después de que Francia se retiró de Argelia, los harkis fueron abandonados – lo que ha sido reconocido desde entonces por los presidentes franceses – y muchos fueron masacrados a manos del victorioso Frente de Liberación Nacional Argelino (FLN).
Hasta 90.000 argelinos llegaron a Francia, pero muchos fueron confinados en campamentos insalubres, principalmente en el sur de Francia, dirigidos por el ejército. Uno de ellos fue la madre de Dargaid, que dio a luz a los gemelos en diciembre de 1962 en la enfermería del campamento.
Los niños estaban enfermos y fueron llevados al hospital, pero murieron varios meses después y sus cuerpos nunca fueron entregados a la familia.
«Mi padre solo pudo ver la mano de Abas cuando murió en el hospital», dijo Abessia Dargaid a la AFP. «Mis padres nunca supieron nada sobre las circunstancias y el lugar donde fueron enterrados», añadió.
Según los historiadores y los testimonios de familias obtenidos por la AFP a lo largo de una investigación de varios meses, decenas de niños cuyos padres estaban en los campamentos de harkis murieron y no recibieron un entierro adecuado por parte de sus familiares o soldados.
Los bebés fueron enterrados cerca o dentro de los campamentos, en su mayoría sin una placa con su nombre.
Para los que murieron en hospitales, las autoridades organizaron entierros en cementerios, pero a menudo sin que los familiares estuvieran presentes o fueran informados, dicen las familias.
En una calurosa tarde de agosto y con oración en árabe que suena en un teléfono, Abessia, su hermana Rahma, de 70 años, y su hermano Abdelkader, de 65, descubren por primera vez las tumbas de sus hermanos.
«No lo entiendo… ¿no hay ni siquiera un nombre de pila en sus tumbas?», pregunta Abdelkader, con lágrimas en las mejillas y la voz entrecortada.
«No debería permitirse enterrar a alguien así y luego abandonarlo, sin una placa…», añade Abessia.
Exceso de mortalidad entre los niños-
Desde 2001 Francia rinde homenaje el 25 de septiembre a los 200.000 argelinos que lucharon junto a las fuerzas coloniales francesas.
Después de la feroz guerra, en la que se produjeron atrocidades en ambos bandos, unos 42.000 harkis, muchos de ellos con sus esposas e hijos, fueron trasladados a Francia; otros 40.000 vinieron por sus propios medios.
Considerados como refugiados, varias decenas de miles fueron alojados en seis campamentos dirigidos por el ejército, en condiciones a menudo insalubres, algunos rodeados de alambres de púas y mantenidos bajo vigilancia.
La mayoría de los que murieron en los campamentos eran mortinatos o bebés pequeños, según las estadísticas recogidas por el historiador francés Abderahmen Moumen, especialista de la guerra de Argelia, que está tratando de identificar los lugares de entierro.
En Rivesaltes murieron al menos 146 personas, de las cuales 101 eran niños, 86 de ellos menores de un año. Los 16 muertos del campamento central de Bourg-Lastic (centro), abierto de junio a octubre de 1962, también eran niños, según un informe oficial publicado en 2018.
Y varias docenas de niños del campamento de Saint-Maurice l’Ardoise (sur) fueron enterrados en la zona, según las asociaciones.
«Había un exceso de mortalidad entre los niños pequeños, ciertamente vinculado a las difíciles condiciones de vida y a los cuidados médicos que no estaban a la altura», dijo a la AFP Geneviève Darrieussecq, viceministra de Defensa en Francia.
Los historiadores culpan de esta alta mortandad a las difíciles condiciones de vida, sobre todo en los inviernos de 1962 y 1963; a las enfermedades, incluida una epidemia de sarampión en Saint-Maurice; así como al impacto psicológico en las madres, desarraigadas y debilitadas por el trauma de la guerra y el exilio.
No tuvo elección
Hacène Arfi tenía seis años cuando vio a su padre enterrar a su hermano en el campamento de Rivesaltes. Nunca pudo encontrar el lugar exacto de nuevo.
En una noche de noviembre de 1962, su madre dio a luz con la ayuda de una enfermera, pero el bebé nació muerto. Hacène quedó «marcado a vida» por la imagen de su madre cubierta de sangre y del cuerpo del bebé yaciendo inerte en sus piernas.
A la mañana siguiente, dos soldados llegaron a su tienda de campaña con un pico y le mostraron a su padre dónde podía enterrar el cuerpo, contó a la AFP.
«Mi padre no tenía realmente elección». El padre de Arfi cavó un agujero y envolvió al bebé en una toalla. «Le di una mano cubriendo el cuerpo con tierra», recuerda.
«Es vergonzoso que ocurriera», dice ahora Arfi, de 63 años. «Fuimos considerados testigos vergonzosos de una guerra sucia, como indeseables», estima este hombre convertido en una figura de la causa de los harkis.
Décadas después, muchos se preguntan por qué no se enterraba a los niños en los cementerios de las ciudades cercanas. Darrieussecq dice que no lo sabe.
«Ha habido un reconocimiento por parte de las más altas autoridades del Estado francés de que los harkis, estos franceses, fueron muy mal acogidos a su llegada a Francia en condiciones particularmente indignas y difíciles», dijo.
«Francia no estaba preparada y se produjo una mala gestión en medio de la precipitación», añadió.
Pero no hubo un «deseo deliberado de borrar el pasado», cree ella.
La historia cayó en el olvido
El historiador Abderahmen Moumen también destacó el caos en el que se manejaron las llegadas – 22.000 personas transitaron por Rivesaltes desde septiembre de 1962 hasta diciembre de 1964.
Los testigos de la época eran muy pocos – las familias, los soldados y el personal de atención – y su posterior traslado o partida contribuyó a que esta historia cayera en el olvido, señala.
Las familias se dispersaron, se mudaron rápidamente a otros lugares de Francia. Algunas familias realizaron entierros rápidos para respetar las tradiciones funerarias.
«Su preocupación vital es encontrar un hogar, un trabajo, con la dificultad para muchos que no hablaban francés», dijo Moumen. Algunos buscaban familiares en toda Francia o en Argelia y se protegían contra las represalias del FLN que continuaron en suelo francés hasta 1965, añadió.
La historiadora Fatima Besnaci-Lancou, también experta en la guerra de Argelia y miembro de una familia de harkis que pasó 15 años viviendo en campamentos, entrevistó a más de 70 esposas harki para un libro hace algunos años.
En su libro describe partos en tiendas de campaña, en pleno invierno, sin agua ni calefacción; maridos que iban a buscar nieve y la derretían en sus bocas para lavar a los recién nacidos.
También echaban de menos la presencia de sus madres y las costumbres tradicionales.
«Estas mujeres querían olvidar estos acontecimientos», dijo Moumen.
«Volver a las tumbas era también volver a sumergirse en esos meses en los campamentos que fueron muy difíciles para las familias».
Algunos volvieron a Rivesaltes 30 o 40 años después, pero el sitio había cambiado completamente.
El miedo también era un problema. «Era así entonces, nuestros padres no se atrevían a hacer preguntas, pero debieron sufrir mucho», dijo Abessia, cuya familia también sufrió ataques del FLN en Argelia.
Y, el tema era tabú para muchos.
Rescatados del anonimato
Ahora, algunos de los niños fueron rescatados del anonimato. Sus nombres brillan en estelas y tumbas renovadas, como en Bourg-Lastic.
Estas iniciativas fueron posibles gracias al trabajo de Abderahmen Moumen, las familias y asociaciones de harkis y la Oficina Nacional Francesa de Veteranos y Víctimas de Guerra.
Ha sido un trabajo largo, pero en los dos últimos años se ha contactado con unas 40 familias que perdieron a un ser querido en Rivesaltes y se ha identificado el lugar en el que estaban enterradas al menos 50 personas.
Las autoridades decidieron no exhumar ya que, según los servicios arqueológicos franceses, después de tanto tiempo, es poco probable que se encuentren todavía los restos, en su mayoría de bebés.
En la región de Saint-Maurice l’Ardoise, Arfi mostró a la AFP dos zonas donde cree que su investigación muestra que 39 niños y cuatro adultos fueron enterrados.
«Desde hace 30 años decimos a las autoridades que hay niños que fueron enterrados en estos campos…» dice enfadado, en uno de los lugares, ahora de propiedad privada y al final de un camino sinuoso que conduce a un denso bosque.
¿Provisional?
La asociación Aracan cree que también ha descubierto recientemente un cementerio de niños en Saint-Laurent-des-Arbres, a pocos kilómetros del campamento de Saint-Maurice, que piensa que las autoridades conocen desde hace 41 años.
Miembro de Aracan, Nadia Ghouafria, de 47 años, cuyos padres pasaron por el campamento de Saint-Maurice, encontró un expediente en los archivos locales sobre el cementerio «provisional» del campamento.
Contenía un registro policial, un plano con el lugar del cementerio y un registro de entierros con 71 nombres de personas que murieron en el campamento de Saint-Maurice y en el campamento vecino de Chateau Lascours. La AFP pudo ver estos documentos.
«Treinta y un niños fueron enterrados en este cementerio provisional y, en 1979, quedaban 22 tumbas, esencialmente niños pequeños, recién nacidos y mortinatos», dijo Ghouafria.
El motivo indicado en el acta oficial era la falta de espacio en los pueblos de los alrededores del campo de Saint-Maurice, dijo.
Empezar su duelo
El registro oficial da fe de que las autoridades de la época sabían que el cementerio existía. Sus autores incluso aconsejaron «no dar a conocer el asunto demasiado ampliamente» por temor a que se arriesgara a repercusiones «desafortunadas».
«Lo que me enfurece es que nos ocultaron deliberadamente la existencia de este cementerio» a pesar de las reiteradas peticiones de las asociaciones locales, dijo Ghouafria.
Aracan ha pedido a las autoridades que tomen las medidas necesarias para encontrar los restos de los niños, ponerse en contacto con sus padres y asegurarse de que se les dará una sepultura adecuada, añadió.
«Estos niños fueron olvidados en la historia de Francia», «sus padre fueron traicionados una segunda vez», dijo.
Cuando se le preguntó sobre el registro oficial, Darrieussecq dijo que no estaba al tanto de ello.
«Pero si había tumbas allí, no es normal que las familias no fueran informadas en ese momento», dijo a la AFP.
Visitar la tumba de su hermano le trae cierto alivio a Hacène Arfi. «Ya no es un anónimo», dijo.
Abessia Dargaid ahora puedo «empezar su duelo».