Los orígenes del libertarismo
El libertarismo tiene un origen anglosajón, relacionado con el latín. Es una concepción política acompañada de legalidad, su función es defender los derechos y la libertad de los pueblos.
El libertarismo tiene un origen anglosajón, relacionado con el latín. Es una concepción política acompañada de legalidad, su función es defender los derechos y la libertad de los pueblos.
El libertarismo concede la facultad de poseer bases sólidas como un todo, para garantizar las libertades individuales. En este sentido, los llamados libertarios sostienen la posición, de que la ley debe fundamentar el amparo en el respeto de los derechos.
Todos los vínculos jurídicos y políticos, según los libertarios, deben derivarse de los acuerdos voluntarios, estableciéndose el principio de no agresión, considerado la base fundamental de esta filosofía política.
El libertarismo en las ciencias políticas
Dentro de las ciencias políticas, el libertarismo es visualizado como un compendio de costumbres basadas en el liberalismo clásico. Sin embargo, los libertarios comparten ideas similares, tales como: la libertad de asociación, el derecho a la propiedad, la privatización de servicios, la no intervención del Estado y las medidas relacionadas con el comercio interno y externo.
Por su parte, el principio de no agresión, conocido como PNA en español, es una posición de orden moral que tiende a restringir todas las acciones que se puedan perpetuar en contra de los derechos de propiedad.
Para los libertarios, utilizar la fuerza física es una medida de coacción, es una amenaza que pretende intimidar al individuo, restringiéndole sus derechos individuales. Por ello, el principio de no agresión tiene tanta relevancia, ya que prohíbe el uso de la fuerza contra los débiles y, además, es contrario a las políticas que perjudican al conglomerado en general.
Para los libertarios, todas aquellas sociedades donde se aplican y respetan los derechos de propiedad privada, están tipificadas como comunidades que profesan la ética y las buenas costumbres, obteniendo resultados más efectivos, que de manera consensual se consolidan entre los habitantes.