La sorprendente reacción de los vecinos de la Bombonera hacia Riquelme
El líder del Xeneize se presentó en la calle Iberlucea, donde escuchó a los residentes para impulsar su proyecto de expansión del estadio Boca. ¿Logrará convencer a todos con su propuesta?
Tl;dr
- Juan Román Riquelme busca ampliar la Bombonera.
- El proyecto requiere la compra de propiedades vecinas.
- Riquelme expresó su malestar por pedir a la gente que se vaya de casa.
- Los vecinos están dispuestos a vender, según Rubén Lopresti.
El sueño de Riquelme: una Bombonera más grande
El presidente de Boca Juniors, Juan Román Riquelme, tiene un proyecto ambicioso en mente: ampliar el estadio La Bombonera. Sin embargo, realizar este sueño no es tan sencillo como parece, ya que implicaría comprar las dos medias manzanas contiguas al estadio para la construcción de una cuarta tribuna.
El dilema moral de Riquelme
“Me choca un poco golpearle la puerta a alguien para que se vaya de su casa”, había expresado Riquelme en una entrevista reciente. Esta declaración pone de manifiesto el dilema moral que enfrenta el presidente de Boca. A pesar de su deseo de expandir el estadio, se siente incómodo con la idea de pedir a las personas que abandonen sus hogares para lograrlo.
La respuesta de los vecinos
A pesar de las preocupaciones de Riquelme, la respuesta de los vecinos ha sido sorprendentemente positiva. Según Rubén Lopresti, un referente de los vecinos, “los vecinos venden, estoy esperando a Riquelme con un asado a su disposición. Es más importante ampliar la Bombonera que ganar una Libertadores”. Al parecer, los 67 propietarios de los 23 lotes necesarios para el proyecto están dispuestos a colaborar.
Opinión editorial
El sueño de Riquelme de ampliar la Bombonera es un proyecto valiente que, de lograrse, marcará un hito en la historia de Boca Juniors. Sin embargo, es fundamental que se realice con respeto y consideración hacia los vecinos del estadio. La disposición de estos últimos a colaborar demuestra el poder unificador del fútbol y el amor por el club. A pesar del dilema moral que presenta, el proyecto podría convertirse en un símbolo de la comunidad y el compromiso compartido.