La inteligencia artificial y el workslop: impacto en la productividad
ADN
La inteligencia artificial prometía impulsar la productividad en diversos sectores, pero el auge del denominado “workslop”, una proliferación de tareas superficiales o poco relevantes, está limitando el impacto real de estas tecnologías en la eficiencia laboral.
Tl;dr
- El «workslop» inunda empresas con contenido IA mediocre.
- La productividad aparente oculta errores y tareas repetitivas.
- El uso crítico de la IA sigue siendo esencial.
La proliferación del «workslop» generado por la IA
En un momento en que la inteligencia artificial (IA) se integra cada vez más en los entornos laborales, surge una preocupación inesperada: la avalancha de contenidos mediocres que empieza a saturar las organizaciones. La prestigiosa Harvard Business Review ha acuñado el término «workslop» para describir esta realidad: documentos, informes o presentaciones producidos masivamente por algoritmos, pero desprovistos de auténtica calidad o relevancia. El problema ya no reside solo en los textos banales de redes sociales —el conocido «IA slop»—, sino que afecta directamente al corazón mismo del trabajo corporativo.
El espejismo de la productividad inmediata
A primera vista, la adopción acelerada de herramientas de IA promete eficiencia. Sin embargo, la rapidez raras veces equivale a resultados sólidos. Según recientes datos citados por diversas fuentes internacionales, modelos como ChatGPT presentan una tasa de error aproximada del 25%. Lo paradójico es que los empleados terminan dedicando tanto tiempo a corregir los fallos de estas plataformas como emplearían creando los contenidos desde cero. ¿Por qué perseverar entonces? La respuesta parece estar en el bajo coste y la aparente facilidad de producción, factores que empujan a aceptar trabajos «suficientemente buenos». Este fenómeno conduce progresivamente a tareas rutinarias y poco satisfactorias para quienes las ejecutan.
Efectos colaterales: desconfianza y costes ocultos
No solo quienes generan contenido con IA sufren las consecuencias. En realidad, toda la organización experimenta impactos adversos —a menudo invisibles— como resultado de este proceso:
- Pérdida de confianza en entregables internos y externos.
- Creciente cantidad de tiempo dedicado a revisar o corregir documentos.
- Aumento silencioso de los costes derivados del retrabajo constante.
De hecho, tener que supervisar y ajustar continuamente los textos generados alimenta la frustración e introduce nuevas ineficiencias en el día a día.
Pensar antes de automatizar: clave ante el avance digital
Renunciar al potencial transformador de la inteligencia artificial sería un error apresurado. Su valor está indudablemente ligado a su uso crítico y estratégico. Lejos de reemplazar el criterio profesional, conviene verla como una herramienta capaz de inspirar ideas iniciales o esbozos rápidos. El reto actual pasa por decidir con discernimiento cuándo y cómo incorporar estas tecnologías en nuestras rutinas laborales. En última instancia, aquello que diferencia el trabajo excelente del ruido automatizado sigue siendo —y será— el juicio humano sobre lo realmente valioso.