¿Hemos enfrentado mejores desafíos que estos?
¿Nos brinda alivio y fortaleza recordar que hemos superado numerosas crisis y restricciones, o solo intensifica nuestro descontento y sensación de vacío? Quizás tengamos la opción de decidir nuestra postura. ¿Qué eliges tú?
Tl;dr
- El clima colectivo está cargado de preocupación e incertidumbre.
- Las emociones negativas pueden llevarnos a la desesperación y la impotencia.
- Podemos aprender de las crisis pasadas y utilizar esas lecciones para sobrevivir.
- Ignorar las voces negativas, tanto internas como externas, es esencial para mantenerse a flote.
El peso de la incertidumbre
Hoy en día, el ambiente general está lleno de preocupación, con conversaciones cargadas de lamentos y proyecciones de un futuro caótico y lleno de incertidumbre. Mantenernos a flote, con una actitud tranquila, se ha convertido en una tarea ardua, a veces, insostenible.
El cansancio colectivo
Recordamos el shock de la pandemia y cómo nos encontramos atrapados en nuestras casas, y en nosotros mismos. “El cansancio individual y colectivo pueden llevarnos a momentos de irritación, angustia y desasosiego. Tenemos las alertas a flor de piel”, dice un texto que escribí en 2021, durante la pandemia.
Lecciones del pasado
Aunque los escenarios sean distintos, muchas emociones vuelven como viejas conocidas. La restricción, la inquietud, la falta de certezas, el redoble de esfuerzos y el shock de una realidad que deseábamos que fuera diferente. Sin embargo, hemos atravesado muchos momentos de crisis tanto individuales como colectivas, y seguimos aquí.
Buscando un soporte en la tempestad
Es necesario encontrar un soporte que nos ayude a evitar caer en las profundidades del desespero. Debemos ignorar las voces que nos incitan a abandonar, las que nos confunden con falsas promesas o las que intentan empujarnos a abandonar nuestro propio barco.
Recuerden, en momentos de crisis, nuestras propias voces internas pueden ser las “sirenas” que nos tientan hacia un mal inevitable. “Cuando nos conectamos con nuestras sombras, con la herida, con la autoexigencia y con la insatisfacción, creamos, de forma compulsiva y sin conciencia, pensamientos dañinos”, escribí en aquel entonces.
Opinión editorial
Este es un momento de reflexión y de aprendizaje. De recordar que hemos sobrevivido a tiempos difíciles antes y que podemos hacerlo de nuevo. De reconocer que, aunque los tiempos parezcan iguales, no lo son porque nosotros hemos cambiado. Hemos aprendido, hemos crecido y hemos adquirido nuevas perspectivas. No hemos pasado por todo esto en vano. Es el momento de poner en práctica todas nuestras herramientas y enfrentar lo que venga con valentía y determinación.