“El Niño y la Garza”: El viaje final de Miyazaki triunfa en Argentina
El maestro japonés volvió de su retiro para presentar una película llena de detalles autobiográficos, incorporando todos los elementos que hicieron de su filmografía una maravilla: animaciones exquisitas, historias con una profunda humanidad y cuestionamientos existenciales. ¿Qué te pareció su regreso al cine?
Tl;dr
- Miyazaki vuelve al cine con ‘El Niño y la Garza’.
- La película es una exploración de las emociones y relaciones humanas.
- El protagonista, Mihato, atraviesa una pérdida en un mundo fantástico.
- Miyazaki refleja partes de su vida y su estudio Ghibli en la película.
El retorno de Hayao Miyazaki: ‘El Niño y la Garza’
La figura icónica del cine japonés, Hayao Miyazaki, regresa después de una década de retiro con una nueva pieza maestra, ‘El Niño y la Garza’, un canto a la vida y a todo lo que conlleva.
A pesar de su discreta promoción, la película ha conseguido un éxito rotundo a nivel internacional, con un Globo de Oro y una acogida excepcional en taquillas de todo el mundo.
Un viaje de duelo y superación
La película nos sumerge en la historia de Mihato, un niño de 12 años atormentado por la culpa de no haber salvado a su madre durante un bombardeo. La aparición de una misteriosa garza celeste le lleva a un mundo fantástico y amenazante donde deberá enfrentarse a sus miedos y superar su pérdida.
El toque personal de Miyazaki
Miyazaki imprime en ‘El Niño y la Garza’ su sello personal. Muchas de las experiencias y emociones de Mihato reflejan las propias vivencias del director, como su traslado durante la Segunda Guerra Mundial. Además, la película sirve de “autobiografía” a su estudio Ghibli, mostrando su relación con su co-creador Isao Takahata y su preocupación por el futuro del estudio.
Más allá de las referencias, la película plantea una pregunta universal: “¿Cómo vives?”. Es una invitación a la introspección y a reflexionar sobre lo que nos define como personas.
Opinión editorial
Con ‘El Niño y la Garza’, Miyazaki no solo nos ofrece un viaje de fantasía y emoción, sino también una mirada introspectiva a su propia vida y obra. Es un canto a la vida, a la superación y a la creatividad como refugio. Una obra maestra que, como el resto de su filmografía, no subestima a su audiencia y la invita a reflexionar sobre su propia existencia. Una vez más, Hayao Miyazaki nos demuestra que el cine es un arte que trasciende las barreras del idioma y la cultura.