Bonpland: El médico napoleónico que reveló la verdad en el lenguaje animal
Además de ser cirujano, se destacó como botánico, naturalista y zoólogo. Durante su primer viaje a Sudamérica, catalogó más de 60 mil plantas. Pasó gran parte de su carrera en Argentina, lugar que consideró su etapa más feliz. ¿Quieres saber por qué fue tan feliz allí?
Tl;dr
- En 1817, el botánico Amado Bonpland llega a Buenos Aires.
- Bonpland, médico de Napoleón, realiza un viaje de descubrimiento a América.
- En Sudamérica, estudia el cultivo de la yerba mate y es detenido por sospechas de espionaje.
- En cautiverio, Bonpland considera estos años como los más felices de su vida.
El botánico que conquistó América
El 29 de enero de 1817, Amado Bonpland, el primer botánico y zoólogo, llegó a Buenos Aires, publicaba el diario porteño «La Gaceta». Este francés, distinguido en la corte de Napoleón por sus méritos científicos, fue mucho más que su médico personal.
Nació en Francia en 1773, donde estudió «Medicina y Ciencias Naturales» y se doctoró en ambas. En París, conoció al naturalista alemán Alejandro Humboldt y juntos decidieron embarcarse en un viaje de descubrimiento a América.
Un viaje de descubrimiento
La travesía fue una verdadera revelación del nuevo continente. En cuatro años, recorrieron 9.000 leguas de selvas vírgenes, escalaron por primera vez el Chimborazo y clasificaron más de 60.000 plantas, descubriendo 6.300 especies nuevas.
A su regreso a Europa, Napoleón recompensó a Bonpland con una pensión anual. Sin embargo, la caída de Bonaparte y la muerte de la emperatriz Josefina, junto con su nueva visión de las civilizaciones americanas, le impulsaron a viajar de nuevo a Buenos Aires.
Detenido en Sudamérica
En Sudamérica, Bonpland se dedicó a estudiar el cultivo de la yerba mate. Pero el dictador paraguayo José Gaspar Francia lo detuvo, sospechando que era un espía. Durante su cautiverio de nueve años en una misión jesuítica abandonada, Bonpland confesó que fueron los años más felices de su vida, en pleno contacto con la naturaleza.
Opinión editorial
La historia de Bonpland es un recordatorio de que la verdadera exploración no se trata solo de descubrir nuevas tierras, sino también de profundizar en nuestro conocimiento y apreciación del mundo natural. Su vida es un testimonio de la belleza y el valor de la naturaleza y de la importancia de preservarla para las futuras generaciones.