Francisco Fiorentino: El innovador que creó la profesión de cantante de orquesta
Como vocalista, integró la mayor cantidad de orquestas en la historia del tango argentino, formando un dúo inolvidable con Aníbal Troilo. Sobresalen sus interpretaciones de "Tinta Roja", "Barrio de Tango" y "Malena". ¿Cuál de sus interpretaciones te marcó más?
Tl;dr
La voz inolvidable de Aníbal Troilo: Francisco Fiorentino
La historia del tango argentino no puede contarse sin mencionar a Francisco Fiorentino. Este destacado cantante fue, nada más y nada menos, el primer vocalista de Aníbal Troilo, también conocido como “Pichuco”. Aunque su colaboración con Troilo duró sólo 6 o 7 años, Fiorentino dejó su huella en el género, grabando tangos antológicos como “Tinta Roja”, “Barrio de Tango” y “Malena”.
Los inicios de Fiorentino
Antes de unirse a Troilo, Fiorentino ya había demostrado su talento como bandoneonista junto a grandes figuras como Francisco Canaro, D’Arienzo y Roberto Zerrillo. A los 32 años, se integró a la orquesta de Pichuco, donde su voz melodiosa y su fraseo inconfundible dejaron una huella imborrable.
Un vínculo inquebrantable
Al asociarse con Aníbal Troilo, nueve años menor que él, Fiorentino logró un impacto tal que el público no podía disociar a Troilo de Fiorentino ni a Fiorentino de Troilo. «Quizá, en alguna medida, ayudó a cimentar el prestigio de Aníbal Troilo». Juntos, grabaron tangos que han pasado a la historia de la música popular argentina.
El trágico final de un ícono del tango
El 11 de septiembre de 1955, Fiorentino murió trágicamente en un accidente automovilístico cuando regresaba a Buenos Aires después de un concierto. A pesar de su prematura muerte, su legado permanece vigente. Su voz impresa, su sobriedad profesional y el mérito de haber casi inventado la profesión de cantor de orquesta son testamento de su inmenso talento y dedicación.
Opinión editorial
Francisco Fiorentino fue un verdadero pionero del tango. Su talento innato y su pasión por la música lo llevaron a dejar una huella indeleble en el género. Su trágica muerte nos recuerda que el arte es efímero, pero su influencia perdura. El tango, y la música argentina en general, no serían lo mismo sin su aporte.